¡Llegamos al final de esta serie! Espero que después de leerla por completo reflexiones seriamente sobre tu forma personal de dirigir adoración. Y espero que no solo tú, sino también tu equipo de alabanza y por qué no, también el equipo pastoral de tu iglesia. A continuación el último escenario en el que un director puede incurrir en manipulación.
- Cuando el director está preocupado por producir sensaciones.
Una vez un amigo que es director de adoración y a la vez un gran pianista me dijo lo siguiente: “Noel, yo sé qué canciones tocar durante el culto y provocar que la gente llore”. Un director de adoración con tres dedos de frente conoce esa verdad, que hay ciertas canciones y hasta ciertos acordes que al ser ejecutados en el momento oportuno pueden conmover a las personas. ¿Cómo se le llama al uso de ese conocimiento? Manipulación.
Cuando tú como líder de alabanza sabes qué hacer para producir ciertas sensaciones en el auditorio, ten mucho cuidado. Dicho conocimiento podría impulsarte a usar ciertas canciones, ciertos movimientos musicales y hasta ciertos géneros solo con la intención de emocionar. Pero recuerda: que alguien se emocione no significa que esté adorando.
¿Sabes qué es lo más grave de esto? Que hay directores que sienten una presión interna — ya sea autoimpuesta o porque el liderazgo se las impuso — de producir sensaciones en el auditorio como señal de que tuvieron un culto avivado. ¿Qué pasa cuando existe esa presión y no está sucediendo nada durante la adoración? Recurren a este conocimiento y tocan “esa canción” o “esos acordes” que saben que conmoverán a todos y entonces incurren en manipulación. Todo con tal de salvar su reputación de buenos directores o para que la gente crea que estuvieron en un culto lleno de la presencia de Dios.
El despropósito de producir sensaciones en las personas suele manifestarse de varias maneras. Una de ellas: sugestionando a los adoradores. ¿Qué es la sugestión? Según Wikipedia:
“Sugestión es el proceso psicológico mediante el cual personas pueden manipular conceptos y ser capaces de emitir información con el propósito de guiar, o dirigir, los pensamientos, emociones, sentimientos o comportamientos y estados físicos de otras personas”.
¿Quieres algunos ejemplos prácticos? Son esos directores que mientras dirigen estimulan a las personas a sentir cosas. Por ejemplo dicen: “¡Sienta cómo la mano de Dios se posa sobre su hombro!” O: “Sienta el viento del Espíritu que acaricia su rostro”. O: “Algunos de ustedes sentirán deseos de llorar con esta canción, vamos, no se reprima y llore en la presencia de Dios”.
Eso es sugestión… manipulación.
Como director de adoración nunca le debes decir a las personas qué cosas deben sentir. Probablemente no lo sepas, pero estar al frente dirigiendo te da mucho poder sobre la mente de los congregados. Ellos confían plenamente en ti y no necesariamente van a dudar de lo que les digas. Por lo tanto, quienes sugestionan a las personas durante la adoración podrían inducir estados de ánimo en quienes les escuchen y ellos pensar que es el Espíritu Santo el que los está tocando. ¡Qué va! Hay ocasiones en las que no es el Espíritu, sino un director manipulador que los está sugestionando.
Vamos, eso no es adoración. Espero que quienes me estén leyendo sean directores con un corazón recto que verdaderamente anhelen el mover genuino del Espíritu y no algo que ellos mismos quieran provocar con sus habilidades psicológicas de masas.
Otra forma en que los directores de adoración intentan producir sensaciones en las personas es cantar algunas canciones durante tiempos prolongados. ¿Los has visto? Son esos directores que cantan una canción hasta por media hora. ¿La razón? Probablemente porque se sienten emocionados y creen que repetirla por mucho tiempo provocará que todos en el auditorio también se emocionen. ¡Mucho cuidado eh!
Si una canción de adoración congregacional dura alrededor de cuatro o cinco minutos, yo no digo que sea un crimen prolongarla un par de minutos más, ¿pero quince minutos? ¿Media hora? Vamos, ¿por qué hacemos eso? ¿Será para provocar estados de éxtasis en las personas? ¿Será porque los acordes son sumamente emotivos y queremos que la gente sienta de ese modo la presencia de Dios?
Podrán sentir algo especial, sí, la emoción que la música produce. Pero la presencia de Dios no se puede hacer sentir. Esa experiencia ocurre en el interior del creyente y es producida por el Espíritu de Dios. No por el pastor, director o equipo de alabanza.
Como le escuché alguna vez a alguien decir: “Sentir la presencia de Dios de preferencia debería ocurrir sin intervención musical”. ¿Sabes por qué? Porque la música de por sí es sumamente emotiva; por lo tanto, muchas veces las personas creen estar sintiendo la presencia de Dios y no es ella. Es la emotividad que produce la música, no Dios.
Una vez una amiga me dijo: “A mí solo me gustan las baladas de adoración porque me hacen sentir la presencia de Dios”. Cuando la oí dije para mí: “Siente la emotividad de la música, no la presencia de Dios”.
Cuando los directores de adoración cantan canciones por demasiado tiempo y a eso le suma que algunos coros de las canciones están compuestos por dos o tres palabras, no es de extrañar que nuestros hermanos bautistas y reformados acusen al movimiento de adoración contemporánea de estimular a los creyentes a cantar “mantras”. ¿Qué es un mantra? Es la repetición de una palabra o frase que pretende producir un éxtasis espiritual en quien los recita. Los mantras son característicos del movimiento de la Nueva Era y de las religiones orientales.
De nuevo: ¿por qué prolongamos tanto tiempo ciertas canciones? ¿Será que ignoramos que la adoración no debe incurrir en “vanas repeticiones” como nos advirtió el Señor en Mateo capítulo 6? ¿O será porque creemos que tanta repetidera provocará un éxtasis espiritual en todo el auditorio?
Si ese fuera el caso, ten mucho cuidado. Probablemente estés cruzando la línea divisoria entre la dirección y la manipulación en la adoración.
[Publicado originalmente en LaAventuraDeComponer.com – Usado con permiso]