Desde hace unos años a esta parte, la capacitación musical en las iglesias dejó de ser un tema menor. Ya en los albores de los años ’90, con el advenimiento a las corrientes artísticas de Centroamérica, se comenzó a tomar conciencia de que se necesitaba una capacitación integral del músico cristiano, para que no sólo sea un buen ejecutor de un instrumento, sino también una persona que tenga en claro que no se trata solo de tocar bien. Hay algo más…
Y ese algo está ligado íntimamente con la liturgia, ese momento en el que la música deja de ser solo arte y pasa a ser un órgano casi vital para que la gente se conecte con Dios.
Dialogamos con Andrea Ruiz, directora de las escuelas EMAR, que cuenta con cuatro sucursales en la zona norte del Gran Buenos Aires; Marcelo Potenza, director del IMC, que con 25 años de existencia es el segundo instituto musical con orientación cristiana más antiguo de Argentina; y Cristina Olivera, ministro de alabanza con muchos años de liderazgo y experiencia, además de ser entrenadora vocal y directora de CICAM, un centro de formación vocal y musical en la ciudad rionegrina de Cipolletti. Ellos dan su visión al respecto.
“Desde muy chica fui dándome cuenta que darle alabanza a Dios es cosa sería. Sentí que debía prepararme en todo sentido y hoy es lo que enseño”, contó Andrea Ruiz. “Creo que nadie puede hablar de lo que no sabe ni opinar de quien no conoce, por eso creo que si queremos pertenecer a un equipo musical debemos estudiar música, para lo que necesitamos algunos condimentos: perseverancia, disciplina, esfuerzo y si anhelamos ser adoradores, pues debemos conocer al Dios que adoramos”.
En relación a la importancia de una buena preparación musical, también reflexiona Cristina Olivera, desde su Cipolletti adoptiva: “Hace muchos años, cuando Dios me llamó al ministerio musical en la adolescencia, jamás imaginé en ese entonces, lo profundo, delicado e importante que es ser parte de aquellos hombres y mujeres que tienen la responsabilidad junto a un equipo de cantores, danzadores, músicos, medios, etc., de llevar al pueblo hacia la misma presencia del Señor, todo lo que implica en lo personal y colectivo, todas las condiciones, requisitos y sobre todo, la preparación que conlleva lograr este objetivo”.
Marcelo Potenza, desde sus oficinas del IMC en la ciudad de Morón, al oeste del Gran Buenos Aires, sale al cruce con Biblia en mano, para dar su visión terminante en cuanto a la relación entre servicio y capacitación: “La Biblia, en 1 Crónicas 25, nos habla de expertos, hábiles, gente instruida y apta. No hace falta aclarar mucho a qué se refiere con expertos o hábiles ni tampoco cuando habla de instruidos, sencillamente han estudiado y calificado para su tarea. Lo que está interesante mencionar y destacar es que habla de aptos. En ese caso fueron 288, no habla de que fueron todos así que es evidente que algún tipo de prueba, examen y/o requisito especial tuvieron que cumplir. Algunos estudiosos hablan de 5 y otros de hasta 10 años de preparación para el servicio”.
Por supuesto que no solo se trata de música. Algo que preocupa a muchos formadores musicales cristianos es el poco contenido teológico de algunas composiciones, por lo que la formación en esa área también es parte de los estudios de las escuelas dirigidas por los consultados.
“No basta con estudiar música y convertirnos en profesionales; es necesario entender el propósito, saber para quién lo hago”, sostiene Andrea. “¿Cómo conozco a Dios? Son dos pasos: estudiando y entendiendo la Biblia, teniendo una relación íntima y habitual con Dios. Esto dará como resultado adquirir el carácter de Cristo. Hoy día hay muchos lugares donde estudiar; yo busco aprender de gente que pueda impartir bendición de Dios y que tenga frutos en su vida. Enseñar no es para todos; hay personas con gracia de Dios para llevar esta tarea adelante”.
“Con el paso del tiempo, al prepararme, estudiar y profundizar en la Palabra y especialmente en la práctica ministerial, fui descubriendo con entusiasmo lo que significa el Ministerio de Música en una congregación y el impacto celestial que se puede alcanzar cuando todo el equipo de levitas en unidad y preparación logran, guiados por el Espíritu Santo”, recalcó Cristina.
Ella además aclaró: “Hay muchas cosas que tener en cuenta y también hay un gran precio que muchos hoy en día, no están dispuestos a pagar, para ser usados por Dios. Hay que prepararse, estudiar técnica, hay que conocer los principios y fundamentos que hacen que un ministerio musical sea efectivo y ungido para su misión. Tener un buen manejo del instrumento o habilidad que Dios nos ha confiado en nuestras manos para edificación del cuerpo, la iglesia”.
“He viajado mucho y pude observar a muchos adolescentes, jóvenes y mayores que quieren ministrar en la música sin ningún conocimiento real de lo que significa este Ministerio, de los alcances y repercusiones que tiene en la atmósfera espiritual, el estar preparado o no para ministrar la presencia de Dios”, agregó Cristina.
Las respuestas no hacen más que corroborar que para hacer esto, hay que tener vocación. Marcelo lo comentó con estas palabras: “Cuando me preguntan cómo es esto de dirigir una de las primeras escuelas cristianas de música del país, que llegó a tener 11 sucursales, les respondo como una vez me respondió Abraham Laboriel a otro tipo de consulta que pude hacerle en una reunión personal: es cuestión de llamado. Y es así de simple, es un llamado que se siente fuerte y es vital responder al mismo con la seriedad que merece el tema. Con sólida formación tanto en la dirección como en el staff de profesores, no solo en lo musical si no también en el área teológica”.
Y las motivaciones no son un tema esquivo para estos docentes de la música, que son tajantes en sus conceptos. “He aprendido que si vemos a la iglesia como una salida, una oportunidad para nuestros dones, una manera de experimentar lo que tenemos o una forma de éxito, estamos en el lugar equivocado. La iglesia no es un vehículo para presentar nuestros talentos y lanzarnos al estrellato cristiano. Por eso creo que es necesario que podamos hacer una revisión y reflexión sobre la tremenda responsabilidad y privilegio que tenemos quienes decidimos servir en un ministerio musical”, finalizó Cristina.
Por su lado, Potenza indicó: “Personalmente creo que a Dios le sigue agradando esa forma: músicos y cantantes, adoradores en espíritu y en verdad, expertos, instruidos y aptos que ayuden a guiar a Su pueblo en la alabanza y adoración con excelencia al único digno [de recibirlas]. Esa es la tarea que con amor intentamos realizar en el I.M.C día a día desde hace 25 años”.