Continuando con las preguntas que surgen a raíz del tema de las finanzas en el ministerio, en esta ocasión me propongo responder cuatro más relacionadas con los ministerios itinerantes, ofrendas y organizadores de eventos. Veamos:
- ¿Qué debo hacer si en un lugar no me dan ofrenda?
La respuesta a esta pregunta dependerá de la filosofía de ministerio que hayas decidido adoptar conforme he enseñado durante toda esta serie sobre las finanzas.
Debido a la entrevista con Jaime Murrell para mi blog, permanecimos en contacto durante algunos meses. Un año después de la entrevista Jaime vino a El Salvador y aproveché para ir a saludarlo. Mientras conversábamos en el hotel, él y su manager, René González, estaban contando los CDs que habían vendido y el dinero que les habían entregado. Me sumé a ayudarles y aproveché para preguntarle cuánto pedían de ofrenda para viajar a algún lugar y qué hacían si los organizadores no les daban lo que habían acordado. “Mira…”, me dijo, “por lo general acordamos cierta cantidad de dinero y ya nos ha pasado que al finalizar la actividad no nos la han dado. ¿Qué hacemos? Conversar con ellos y esperar a que nos envíen el faltante en las siguientes semanas”.
Según entendí, si después la gente no cumple su palabra de mandar la plata, no pueden hacer nada y siguen adelante con sus vidas.
¿Qué hacer entonces si no te dan nada? Como dije arriba, dependerá de tu filosofía de ministerio cómo procederás. Si has acordado algo y no te cumplen, lo lógico sería que tú o tu manager converse con ellos y los animen a cumplir lo que se había hablado. Seguramente ellos dirán que te lo harán llegar después. Sé de amigos cantantes a quienes les han dicho esto y les han mentido, y de otros a quienes felizmente les han hecho llegar el dinero. Si pasara que al final no te envían nada, olvídate del tema y sigue con tu vida.
Como muchos acuerdos e invitaciones son contratos verbales, no escritos, entonces el riesgo de que te defrauden está latente en cualquier ciudad del mundo. Consejo: En la medida de lo posible vela por que siempre haya un acuerdo o contrato escrito previo a tu visita.
Como comenté en una entrada anterior, a mí me ha pasado. Yo nunca he pedido nada a cambio de ir a servir, pero como me lo han ofrecido ha surgido en mí la expectativa de que recibiré algo. Cuando al final no ha sucedido, francamente me he sentido desilusionado. ¿Qué he hecho? Perdonar, seguir con mi vida y guardar mi corazón para futuras invitaciones.
Lo que sí te voy a decir es que si no te dan nada aun habiendo acordado algo, vamos, no pierdas los estribos exigiendo que te paguen. La verdad es que no se ve bien que un cantante o músico se exaspere porque no corresponderán lo acordado. Sé sobrio, modérate al conversar y establezcan un nuevo acuerdo verbal o escrito (recomendado) de que te harán llegar el dinero después. De este modo habrás reflejado el carácter de Cristo y guardado tu testimonio ante los demás.
- ¿Debo ir a ministrar a un lugar al que previamente había ido y no me cumplieron con la ofrenda?
Yo pienso que sí, pero dependerá de la razón de por qué no pudieron ofrendarte esa vez, el consejo de amigos cercanos a tu ministerio y además, de lo que disciernas de la voluntad de Dios en oración.
Mi base para decir que sí podría ir es que no debemos condicionar nuestro ministerio a un pago monetario inamovible y a que como cristianos debemos perdonar a nuestros semejantes.
Ojo, con esto no estoy diciendo que cometas la imprudencia de ir a cualquier lugar y permitas que te engañen; sin embargo, si a mí me pasara que me invitan a un lugar donde antes no me cumplieron, cuando recibiera la invitación yo les diría: “Hermanos, gracias por la invitación. Solamente les recuerdo que la vez pasada que me invitaron no me cumplieron con lo prometido. Yo estoy dispuesto a servirles, pero si esta vez me prometen algo y no me lo cumplen, perderé total confianza en vuestra palabra y no volveré a acompañarles a ninguna actividad”. Quizá hasta agregaría lo siguiente: “Hermanos, es mejor que me inviten sabiendo que no me darán una ofrenda, a que me digan que sí la darán y al final no la cumplirán”.
Aunque no lo creas, he sabido de cantantes que cuando han hecho esto les han dado la ofrenda que antes les negaron. Ahora, si ellos no se pusieran al día con la ofrenda que te debían, igual tus palabras les hará reconsiderar su invitación y quizá hasta cancelarla. Otras veces sucede que toman conciencia de lo importante que son los honorarios del cantante y se aseguran de cumplirlos.
- ¿Qué opinas de los cantantes que se auto invitan a las iglesias?
Que se ve mal.
La otra vez escuché a un pastor de Florida, en EUA, que dijo: “¡Ja! ¡El teléfono de la iglesia no para de sonar cada semana por tanto cantante que nos llama para pedirnos ir a ministrar a nuestra iglesia”.
¿Lo ves? Se ve mal.
Una agrupación se encontró con un amigo que es hijo del pastor de una iglesia. Después de saludarse, uno de los músicos le dijo mientras ponía y abría una agenda enfrente de él: “¡Aja hermano! ¿Cuándo quiere que estemos en su iglesia? ¿Ah?”
Mi amigo se excusó diciendo de que no era el encargado de programar a los invitados y de ese modo se libró del tema. Luego él me comentó lo incómodo que se sintió ante la cortísima conversación.
Mira, cuando alguien tiene un verdadero llamado al ministerio musical itinerante, las invitaciones vendrán solas. Con esto no quiero decir que no tengas tarjetas de presentación y te publicites en televisión, radios o redes sociales. No; pero una cosa es promoverte sobriamente y otra perseguir a los pastores u organizadores de eventos para llenar tu agenda y por lo tanto asegurar tus ingresos mensuales.
No quiero juzgar equivocadamente a quienes practican las auto invitaciones — no estoy en sus zapatos como para sentirme desesperado porque me inviten y de este modo yo tenga que llevar sustento a mi casa — sin embargo, como regla general no andes pidiendo que te inviten. Mejor dedícate a buscar a Dios profundamente e intercede para que el Señor te abra puertas.
- ¿Deben ir los cantantes famosos a cantar a bodas, quince años y cumpleaños?
Vamos, te doy permiso para que te rías un rato…
Tic-tac… Tic-tac…
¿Ya?
Ok… Te espero…
Tic-tac…
¡Ok! Sigamos…
La pregunta es graciosa y hasta suena ridícula, pero hay quienes la hacen, je.
La vez que viajé a Honduras para entrevistar a Marco Barrientos, mi amigo Milton Valle me permitió acompañarlos a desayunar al apenas llegar a Tegucigalpa. Como yo iba con Milton tuve la oportunidad de sentarme frente a Marco y como suelo ser bien preguntón le hice varias preguntas relacionadas al ministerio.
Mientras comíamos y todos conversábamos, Marco relató que cuando él y su banda aceptan una invitación tratan de no solo ir a un solo evento en una ciudad, sino a por lo menos dos y así aprovechar al máximo la estancia en el país. De repente nos dijo a todos con tono gracioso: “¡Y aunque no lo crean sigo recibiendo invitaciones para ir a cantar a cumpleaños y quince años!”
Todos nos pusimos a reír.
De si ir o no ir, una vez más eso dependerá de la filosofía ministerial de trabajo adoptada. Sé de cantantes no tan conocidos que lo hacen porque no les ocasiona ninguna incomodidad y de paso, reciben un pago en concepto de honorarios. Sin embargo, siendo sinceros, la mayoría de cantantes famosos no tienen tiempo para asistir a celebraciones de ese tipo a menos que un amigo o familiar sea el festejado. Es muy poco probable que lo hagan para un desconocido, ¡aun si les pagaran!
Mientras tanto, quienes deseen que en sus bodas, cumpleaños y quince años haya buena música cristiana… tendrán que invitar a cantantes más o menos conocidos de su país o a los que ministran la alabanza en sus iglesias.
- ¿Debe pagárseles a los ministros de alabanza de la iglesia local?
Sí y no, je.
Si están contratados a medio tiempo o tiempo completo en la iglesia local, obvio que sí.
Ahora, como estas contrataciones dependen de la visión del pastor para su iglesia y del tamaño numérico de la congregación, por lo general las iglesias en Latinoamérica tienen pocas personas asignadas para la música, sonido o multimedia. Es decir, entre más numerosa una congregación, más posibilidades hay de que tengan a alguien contratado. Entre menos miembros, menos personas y quizá ni tengan a alguien.
En mi opinión, las iglesias que tienen asistencias arriba de 500 personas deberían considerar tener a un músico a medio tiempo, sino es que a tiempo completo dirigiendo toda el área de artes. Las iglesias que toman en serio la alabanza y adoración contratan a alguien idóneo para pastorear a quienes conforman este ministerio tan importante para el desarrollo de la iglesia local.
¿Cuándo podría disculparse el hecho de no pagársele a los músicos? Cuando no son esa persona contratada a medio tiempo o a tiempo completo.
Mira, la realidad de las iglesias en el continente es que no se le puede pagar a cada músico y cantante que sirve. Es imposible por el manejo de las finanzas. No hay presupuesto para eso y si lo hubiera, es mejor dedicar ese dinero a otras áreas que más lo necesiten.
Por la forma que he visto hacer ministerio en mi país, los pastores incentivan el servicio en la iglesia para que sea voluntario. No solo porque no alcanzan las finanzas para eso, sino porque permitir que se sirva voluntariamente (sin pago de por medio) forma el carácter de quienes colaboran en la música o en cualquier otro ministerio.
Aunque reconozco que algunos cantantes y músicos se sienten desilusionados porque no se les reconoce monetariamente su esfuerzo, ellos deben entender que su servicio es para Dios y su reino, y su recompensa les aguarda en los cielos. Servir desinteresadamente produce madurez e inclusive trae mayores satisfacciones que si se les asignara un sueldo. Ojalá las iglesias pudieran pagarle a todos, pero repito: Es imposible para las finanzas de la mayoría.
“¿Pero entonces como un músico podrá sostenerse económicamente en la iglesia local?” Ya lo dije, si a ese músico lo contratan para administrar toda el área de artes, entonces de allí podría provenir su sueldo. Si no, tendrá que ingeniárselas para sostenerse de otro modo sin dejar de ser parte del equipo de alabanza de la iglesia local.
Por ejemplo: Como maestro en una escuela de música, impartiendo clases personalizadas, produciendo pistas o arreglos musicales, tocando en una banda que le pague por sus servicios, etc.
Es decir, la iglesia local no es el único lugar de donde el músico debería esperar una remuneración. Si lo contratan, bien; y si no, también. Hay distintas fuentes de ingresos para los músicos hoy en día, que aunque limitadas, con la ayuda de Dios, mucho esfuerzo y una pizca de emprendimiento personal, podría sostenerse trabajando como músico o cantante.