El 1 de octubre pasado se celebró en la prestigiosa Universidad de Princeton el primer Foro Hispano de Liderazgo Generacional, una convocatoria para pastores y líderes académicos donde el dr. Lucas Leys anunció oficialmente un cambio de visión para Especialidades Juveniles y un consecuente cambio de nombre para la organización a Especialidades 625 (e625).
Leys fundó Especialidades Juveniles en Buenos Aires, Argentina en septiembre de 2001 donde celebró la primer Convención Internacional de Liderazgo Juvenil. Desde entonces, la organización sirvió a miles de educadores y líderes juveniles alrededor del mundo.
Publicaron casi un centenar de materiales. Desarrollaron cientos de iniciativas prácticamente en cada país de habla hispana del mundo. Abrieron 13 oficias en 13 países donde en los últimos años se celebraron las denominadas Cumbres Nacionales de Líderes de Jóvenes.
Aquí hay un breve resumen de lo sucedido en el Foro con algunas de las respuestas que Lucas Leys dio en la conferencia de prensa desde Princeton, donde se hizo el anuncio.
No es usual que un movimiento exitoso cambie de nombre o drásticamente haga un cambio de visión. ¿Qué sucedió?
Hace dos años comencé a sentirme más inquieto que de costumbre respecto al futuro de la iglesia y el discipulado de las nuevas generaciones. Literalmente sentí que Dios me estaba molestando al querer decirme algo que yo no entendía.
Obviamente comencé a hacerle muchas preguntas en largos ratos de oración y así entendí que tenía que volver a estudiar algunas cosas de neurociencia, en especial del cerebro adolescente que había estudiado cuando hice mi doctorado.
También debía replantearme algunos presupuestos eclesiológicos que simplemente heredamos del siglo pasado y de las misiones norteamericanas en América Latina, que no habíamos cuestionado.
En esta búsqueda se me ordenaron algunos pensamientos que tenía sueltos. Muchos que no había visto en una armonía continua respecto al discipulado de las nuevas generaciones.
Al ir cobrando claridad estas ideas entendí que todo el ministerio debía realizar un giro estratégico de cara a ser más efectivos al ayudar a las iglesias a ser más eficaces.
Sé que no es usual que un ministerio establecido con buena reputación y una buena base de llegada haga cambios drásticos. Siempre creí que la verdadera innovación no se limita a cambiar lo que está mal, sino que aún mejora lo que está bien. Ese ha sido nuestro compromiso desde el principio.
Desafié al equipo internacional cuando estuvimos en noviembre de 2015 en Miami. Les pedí permiso y que también oraran por mi, porque sospechaba que había que cambiarle el nombre al ministerio.
¿Cuáles son esos paradigmas eclesiales que comenzaste a revisar y por qué dices que el estudio de la neurología te ayudó a cuestionarlos?
Pronto voy a explayarme con precisión en un nuevo libro, fruto de esta investigación. Para explicar este anuncio, dos de los paradigmas que heredamos de los misioneros gringos que debemos dejar atrás son: un divorcio entre el ministerio de niños y el ministerio de jóvenes; y por otro lado la noción ingenua que el ministerio de jóvenes o incluso niños se puede dar el lujo de no incluir intencionalmente a la familia.
También podría mencionar la idea que los pastores generales solo se ocupan de los adultos y no tienen como prioridad la visión estratégica respecto al trabajo con nuevas generaciones. Pero describo un poquito de los primeros dos.
Respecto a la primera idea, salvo en contadísimas excepciones, en el grueso de las iglesias no hay un dialogo transicional entre quienes trabajan con niños y quienes trabajan con jóvenes. Se carece de una visión integral estratégica. Tenemos equipos separados que no planifican entre sí e incluso, en muchas iglesias, hasta compiten.
En la mayoría de las congregaciones, además, al decir jóvenes involucran desde los 13 años hasta los de 35 que no se han casado, sin prestar atención a las etapas intermedias como la pre-adolescencia o la adolescencia, asumiendo que lo que funciona con adolescentes debe funcionar igual con universitarios o viceversa.
Prueba de este paradigma es que hasta las organizaciones paraeclesiásticas han hecho esta misma segmentación. En algunos países tenemos organizaciones que trabajan con niños y de manera totalmente separada otras que trabajan con universitarios. Y en los últimos años algunas que se enfocan en los adolescentes, pero sin ningún tipo de dialogo o plan de transición.
Simplemente asumimos que “así es” porque es lo que heredamos de los estadounidenses que trajeron el evangelio a nuestros países el siglo pasado. El resultado de esto es que somos increíblemente débiles en las transiciones. Prueba de eso es la bajísima retención de niños que hemos mostrado en las últimas décadas.
Si todos los niños que pisaron una iglesia evangélica hoy se congregaran, nuestras iglesias serian al menos 5 veces más grandes. ¿Qué pasó con ellos? A muchos los perdimos en el paso de la niñez a la pre-adolescencia.
A otros los perdimos en su transición a su adolescencia. A muchísimos otros los perdimos en su transición a la universidad. O ahí fue que nos dimos cuenta que aunque estaban contentos y se emocionaban en la alabanza, llegada la etapa universitaria demostraban no tener convicciones firmes y los comenzábamos a perder.
Respecto a lo segundo, a la mayoría de los líderes de jóvenes o adolescentes ni siquiera se les ocurre que no pueden hacer un ministerio completo con sus jóvenes sin también involucrar y servir a los padres.
Los misioneros nos transfirieron este paradigma por el que el discipulado se hace a través de reuniones semanales donde hay un sermón y un buen tiempo de canto congregacional, que es paralelo a lo que sucede en los hogares. No nos enseñaron a ser intencionales en ser una herramienta para el hogar el resto de los días de la semana.
Entendiendo cual puede ser nuestro rol en la compensación social que las nuevas generaciones van buscando nuevas fuentes de referencia para establecer su identidad fuera del hogar.
Entonces el nuevo nombre e625 tiene que ver con edades. ¿Por qué el 6 y por qué el 25?
En occidente y aun en gran parte de oriente, la educación corporativa comienza a los 6 años de edad. No es casualidad que la educación primaria comience a esa edad. Hay estudios provenientes de la biología, la psicología, la pedagogía y la neurociencia que indican el cambio importantísimo que sucede entre los 5 y los 6 años.
Así que no es un slogan que hayamos escogido los 6 para el nombre y el foco inicial de la ayuda que vamos a facilitar para las familias y la iglesia.
El otro extremo, los 25, según las ciencias, son el final de la juventud. Claro, aquí hay una zona mucho más gris. No en la ciencia sino en la práctica de la iglesia y de la sociedad actual.
En el grueso de las iglesias, por ejemplo, llamamos jóvenes a los que no se han casado aunque hayan pasado los 30 o incluso a los que tienen hijos pequeños pero no se encuentran en las ofertas para adultos de nuestras congregaciones.
Por no comprender esta realidad hemos sido cómplices de la “adolentización” de la cultura de los últimos años, y a la vez facilitadores de la inmadurez de muchos al no ofrecer una catapulta clara de graduación hacia la adultez.
Más allá de las ciencias sociales, aun la biología da un claro testimonio del punto de inflexión que son los 25 años. Eso es definitivamente diseño de Dios al que hay que prestarle atención y por eso hemos delimitado el foco de nuestra colaboración a la iglesia entre los 6 y los 25 años.
Además del nombre, ¿Que más va a cambiar de manera practica en las propuestas de e625?
Estamos en el proceso de innovar en todo. El evangelismo y el discipulado de las nuevas generaciones debe ser uno de los intereses prioritarios en los pastores generales de hoy. No puede ser solo una asignatura de líderes primerizos o de adolescentes encargados de los niños aunque ellos sean los que sirvan de manera práctica las reuniones semanales.
Por eso a partir del Foro aquí en Princeton, todas las convocatorias masivas de e625 van a ser para pastores con sus equipos de nuevas generaciones. Esa es la razón por la que este año no celebramos la Convención Internacional de Liderazgo Juvenil. Además porque el año que viene tendremos Foros Nacionales en vez de Cumbres.
Nos hemos replanteado todo. Estamos muy entusiasmados con las nuevas propuestas que comenzaremos a ir anunciando de a poco.
Aunque suene crudo, yo creo que los eventos masivos donde la mayor parte del foco ronda la música son muy buenos para motivar a las nuevas generaciones, pero no para cambiar la iglesia.
Quienes verdaderamente están en el liderazgo necesitan mucho más que cultos masivos para ellos. Necesitamos indagar, estudiar, discutir y descubrir juntos cómo ser más eficaces en cumplir con la gran comisión que nos dejó Jesús en este tiempo tan peculiar de la historia.
¿Cuál es tu mayor sueño con e625?
No perder a un solo niño, pre-adolescente, adolescente o universitario de familias cristianas. Y a la vez, no ceder terreno al mundo. Seguir alcanzando a las nuevas generaciones que no le hayan entregado su vida completa a Jesús.
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