La manera de diferenciar a un falso maestro de uno verdadero es, en primer lugar por su fuente. Y en segundo por su mensaje. En esta oportunidad develaremos la tercera pieza de este rompecabezas de cinco piezas que nos ayudará a saber quiénes califican dentro de la categoría de falsos maestros y quiénes no. ¿Cómo se identifica uno? También por su método.
- Por su Método.
El apóstol Pedro escribió: “Pero hubo falsos profetas entre el pueblo, como también entre ustedes habrá falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructivas…” (2 Pedro 2:1 RVA-2015).
¿Cuál es el método de un falso maestro? El encubrimiento. Y para hacer eso se necesita ser una persona muy astuta. Por eso, cuando las herejías se introducen en el rebaño es un tanto difícil de detectarlas ya que se matizan de modo tal que parecen buenas. Pero lamentablemente cuando se han implantado en la mente de la grey son capaces de mermar la salud espiritual de las mismas, ocasionando lo que habló el apóstol Pedro: destrucción.
Volvamos al ejemplo de la doctrina de la Confesión Positiva. Desde afuera parece una doctrina inofensiva. Vamos, creer que nuestras palabras tienen poder y hasta que podemos cambiar las realidades que nos rodean con solo declararlo, ¿qué de malo tiene? Es más, hay millones de evangélicos en todo el mundo que creen eso, ¿pueden estar todos ellos equivocados?
¡He ahí la astucia! Parece bueno, se oye bueno y hasta ofrece resultados buenos. Es más, ¡lo cree y lo enseña gente buena! Y si a eso le sumamos que nos creemos infalibles y que no podemos ser engañados, ¡he ahí el coctel listo para ser bebido! Pero Pedro nos advirtió que el método de los falsos maestros es encubrir la mentira, camuflarla, vestirla de verdad, pero en realidad no lo es.
Los primeros cristianos que creyeron la doctrina de la Confesión Positiva estaban en EUA. Ellos fueron los primeros en exponerse a conferencias y literatura metafísicas a inicios y mediados de 1900’s y pensaron que dichas enseñanzas eran geniales. Al punto que buscaron eco en ciertas escrituras bíblicas y entonces manufacturaron su doctrina. ¿Qué pasó en ese entonces? Que ellos hicieron eiségesis, no exégesis. Primero sus mentes fueron permeadas con enseñanzas metafísicas y luego fueron al texto bíblico para encontrar lo que ellos querían encontrar. Primero fueron engañados, luego, pensando que era una maravillosa verdad que funciona, “vamos”, dijeron, “¡esto lo debe de respaldar la Biblia!” E hicieron que ella dijera lo que ellos querían que dijera.
Como dije la vez anterior, si uno se lo propone podría hacer que la Biblia respalde cualquier cosa que se nos ocurra. Y por eso es importante el estudio serio de las Escrituras por parte del liderazgo eclesial de una iglesia, para saber cómo adentrarse a las minas de oro de la Palabra y extraer fielmente las verdades valiosas que todos necesitan conocer.
Mi punto es que cuando estos predicadores estadounidenses, como Kenneth Hagin y Kenneth Copeland, comenzaron a repetir una y otra vez estas enseñanzas consiguieron más y más adeptos, entre ellos muchos tele evangelistas y predicadores de la televisión (Benny Hinn, Morris Cerullo, Joel Osteen, Joyce Meyer, Miles Munroe, etc). Fue así que, desde EUA, por medio de sermones, T.V., audios y literatura se viralizó dicha enseñanza por toda Latinoamérica, al punto que al día de hoy es muy difícil encontrar a un creyente que no crea que de alguno u otro modo la Confesión Positiva es un medio para alcanzar bendiciones materiales.
La mentira entró encubiertamente, con astucia, y un considerable sector de evangélicos no se ha dado cuenta que dicha enseñanza no está en la Biblia, sino en libros de metafísica. ¿Ves la sutilidad de la mentira? ¿Ves el engaño en envoltorio aparentemente bíblico? Y si a esto le sumamos, que la mayoría de nosotros nunca vamos a dudar de lo que nos enseñe nuestro pastor, vamos, ¿cómo puede ser que mi líder, ese que yo tanto aprecio y admiro, pueda estar equivocado en un asunto tan simple?
Así es como entra encubiertamente la mentira, como lo dice 2 de Pedro 2:1.
Por cierto, ¿por qué Pedro les llamó “herejías destructivas”? ¿Por qué utilizó un término tan severo ante algo que para muchos podría ser hasta inofensivo? Porque toda herejía tiene consecuencias sobre la salud espiritual de un cristiano en el corto, mediano y en el largo plazo.
Volvamos otra vez al caso de la Confesión Positiva. Como sabes, esta doctrina afirma que el creyente tiene poder de convertir lo invisible en visible y de materializar cosas al son de su confesión si se hace con suficiente fe.
Si eso fuera cierto, ¿alguna vez has sopesado las implicaciones? ¿Alguna vez has considerado qué alcance tendría dicha enseñanza si fuera cierta? Bueno, para comenzar, si todo creyente tiene dicho poder en su boca, entonces, ¿para qué orar más? ¿Por qué necesitaríamos hablar con Dios acerca de nuestras peticiones si con solo chasquear los dedos (confesar) podemos obtener todo lo que queramos?
Si la Confesión Positiva es cierta, entonces la vida de oración se vuelve innecesaria debido a que ya no necesitamos orar, pedir e interceder. Es más, ya ni necesitamos a Dios. ¿Para qué? ¡Ya tenemos el poder! ¿Para qué necesitamos depender del poder de Dios si ya lo poseemos?
Además, si la Confesión Positiva fuera cierta, ¿qué pasaría si nos enfermamos? ¿Qué pasaría si nuestra salud física se complica? ¿Sabes qué ocurriría? Acudiríamos al poder de nuestra fe y de nuestra confesión para declarar nuestra propia sanidad. Ojo: si se cree y se confiesa — afirman los creyentes de la Confesión Positiva — se puede ser sanado. ¡Sí, señores! ¡Con solo confesar! Entonces, si eso es así, ¿para qué necesitamos ir al médico? ¿Para qué necesitamos hospitales y medicinas si la sanidad está al son de un decreto?
Gracias a Dios nunca me he enterado de un caso cercano de alguien que haya estado a punto de morir o haya fallecido por creer que consultar al médico o tomar medicinas era sinónimo de incredulidad. Sin embargo, sí sé de casos documentados en EUA de cristianos, que, por creer en la Confesión Positiva, han deteriorado su salud o han muerto por rehusarse a recurrir a tratamientos médicos debido a que, para ellos, hacer eso es dejar de creer en Dios y en la confesión. Y como ellos deben ser consecuentes con sus creencias, entonces se abstienen de usar servicios de salud o medicamentos a costas empeorar o morir.
Lo que sí he presenciado, en más de alguna ocasión, es la insensibilidad de cristianos que, en lugar de darle una palabra de ánimo y de consuelo a una persona enferma, le dicen que declare, confiese y decrete, para que consiga su sanidad y se levante de la cama al día siguiente. Es decir, les dan promesas vacías a personas desesperadas por recuperarse pero al final terminan desilusionados debido a que declararon, confesaron y decretaron, y nunca sucedió lo que les dijeron que ocurriría.
Sinceramente me da mucha rabia escuchar a algunas personas culpar de falta de fe a estas personas enfermas que no logran recuperarse y mucha más compasión ver a estas personas enfermas sentirse culpables por no sanar o por creer Dios los ve en menos porque no tienen la fe de otros. ¡Qué triste!
Sumado a todo esto y para empeorar el panorama, quienes creen en la Confesión Positiva por consecuencia creen en la deificación del hombre. ¿Lo sabías? La mayoría de los que creen en la Confesión Positiva no están conscientes de esto, de que dicha doctrina es hija de otra más mortal: la doctrina de que somos dioses. La mayoría no lo sabe, pero si estudiaran un poquito más descubrirían que así es.
¿Por qué afirmo que la Confesión Positiva es hija de una doctrina mucho más peligrosa? Porque la premisa de que un cristiano tiene el poder en su boca para crear realidades se basa en que Dios hizo lo mismo en Génesis capítulo uno. Dios habló y el universo existió. Por lo tanto, los cristianos (como dioses pequeños) también pueden confesar, al igual que Dios lo hizo y crear sus propias realidades a su antojo. Es decir, al final de cuentas, sin que los creyentes estén enterados, confesar del modo que enseña la Confesión Positiva es asumir el rol de Dios como si realmente pudieran serlo. Y eso es muy, pero muy grave.
Repito, si los creyentes de esta doctrina investigaran un poco más descubrirían que está íntimamente ligada a la creencia de que los hijos de Dios somos dioses. Estudia en profundidad las doctrinas de Kenneth Hagin y de Kenneth Copeland y verás que ellos no solo creen que las palabras tienen poder, sino también se ven a sí mismos como dioses. Es más, no solo Hagin y Copeland creen esto, sino Benny Hinn, Joyce Meyer, Morris Cerullo y hasta lo creyó el ya fallecido Myles Munroe.
Probablemente ahora podrás entender por qué predicadores como Cash Luna, de Casa de Dios en Guatemala, de repente dice abiertamente de que no está mal que nos veamos como dioses. ¿Por qué? Porque también es un creyente de la Confesión Positiva. ¿Lo ves? Ambas doctrinas caminan de la mano.
Para rematar, si realmente los hijos de Dios somos dioses, entonces para nuestro bochorno la serpiente de Génesis capítulo tres tenía razón. “…serán como Dios…” le susurró a Eva, ¿lo recuerdas? Es decir que le dijo la verdad y si le dijo la verdad, entonces todo el resto de la historia de la humanidad es una farsa inventada por Dios, ya que, si realmente podíamos ser dioses, ¿por qué Dios juzgó a la primera pareja con tanta severidad? ¿Por qué castigó a la raza humana y a toda la creación si lo que ella dijo era cierto?
Eso no tiene sentido. Al punto que alguien tendría que aclararnos este asunto porque las implicaciones de que ser dioses sea verdad, socavan los fundamentos del cristianismo.
¡Con razón el apóstol Pedro las llamó: “herejías destructivas”!
Para finalizar, el antídoto para identificar las “herejías encubiertas” que habló Pedro, es que cada creyente se convierta un buen “bereano”. La Biblia dice que cuando Pablo expuso la Palabra de Dios en Berea, ellos “examinaban las Escrituras todos los días para ver si era verdad lo que se les anunciaba” (Hechos 17:11 NVI). Esta es la única forma de no ser engañados por los falsos maestros, no solo por la herejía de la Confesión Positiva; sino de un montón de herejías más que están encubiertas y se están predicando como verdad desde muchos púlpitos evangélicos.
Continuará…